VENDÈE GLOBE 2024
COMO CASTORES CON ESTEROIDES
Cambiar las velas, rizar, virar… dondequiera que se encuentren, en el océano Índico o incluso en el Atlántico Sur, los navegantes solitarios de la Vendée Globe realizan una maniobra tras otra como equilibristas, con una energía inagotable. La coreografía perfecta se orquesta bajo la presión de los elementos. Hacen malabarismos entre estrategia y precaución, conscientes de que el más mínimo paso en falso puede costar caro. También son conscientes de que trabajar como un castor con esteroides puede dar grandes frutos, permitiéndoles remontar o, como mínimo, mantenerse en el partido. Por poner sólo un ejemplo, Sébastien Simon (Groupe Dubreuil) hizo hasta siete trasluchadas anoche solo en el borde de la Zona de Exclusión Antártica, todo ello con más de 30 nudos de viento y siete metros de olas. ¿Todavía te quedaban dudas sobre si estos regatistas eran supermujeres o superhombres?
“¡La vida no es fácil aquí! Tenemos casi una avería al día. Los sistemas se suceden muy rápidamente. Eso significa frecuentes cambios de vela. Es un verdadero deporte”, comenta Éric Bellion, que intenta encontrar la mejor ruta posible al sur de Sudáfrica. “El mar es corto. Se mueve en todas direcciones. El barco no puede acelerar. Estoy zigzagueando en la serpenteante corriente de las Agujas. Intento proteger mi barco, pero no puedo acelerar. Es muy frustrante”, añade el navegante solitario con esa extraña sensación de estar jugando al Tetris pero tener sólo ladrillos Z. No es fácil encontrar el compromiso perfecto. Por un lado, la prudencia exige medidas preventivas para evitar roturas. Por otro, el rendimiento exige velocidad, fluidez y capacidad de respuesta, a costa de ciertas limitaciones. El reto consiste en colocar el cursor en el lugar adecuado: donde la seguridad no obstaculice la eficacia, y donde el rendimiento no le exponga al riesgo. Es un equilibrio sutil, tan complicado como intentar que un suflé caliente no se derrumbe.
Una historia de cursores
En lo que a él respecta, el patrón del Stand as One – Altavia parece haberse decidido. “Ir hacia el Sur significa acortar la ruta pero enfrentarse a más mar y más viento. Ir al Norte significa aprovechar unas condiciones algo más tranquilas, pero también beneficiarse de una ruta de escape. En mi opinión, el cálculo se hace bastante rápido”, subraya el navegante. Isabelle Joschke (MACSF) sigue la misma estrategia. “He tomado la prudente decisión de ir al norte de la baja para quedarme bien rezagada y no quedar atrapada en ella. No tengo la impresión de utilizar la estrategia para ir rápido o alcanzar a los demás, sino más bien para encontrar un paso que no sea peligroso”, explicael navegante franco-alemán, que pronto debería poder aprovechar un buen ángulo para ir hacia el este. Más, en caualquier caso, que sus rivales directos más al sur. “Mientras tanto, me lo tomo con calma”, añadió la navegante, que espera tener la oportunidad de alcanzar al pequeño pelotón que le precede.
Nicolas Lunven, patrón del “Holcim – PRB”, también había optado por una trayectoria hacia el norte para evitar lo peor de la fuerte borrasca que se cruzó en su camino a mediados de semana, pero no tenía ni idea de que la factura sería tan alta para él y su compañero Jérémie Beyou (Charal). “Se suponía que esta ruta del norte iba a ser mejor que esto. Realmente no nos han atendido muy bien”, se lamenta el navegante de La Vanoise, tan molesto por la situación como por un mosquito en mitad de la noche. “Tuvimos algunos aires ligeros inesperados y pasamos toda una noche con tormentas, pero lo más destacado fue el anticiclón, que se hinchó y nos comió”, explicó Nicolas, que pasó la mayor parte del día de ayer atrapado en aires ligeros con dos consecuencias. Por un lado, el regreso por el retrovisor del trío Sam Goodchild (VULNERABLE) – Paul Meilhat (Biotherm) – Yannick Bestaven (Maître CoQ V). Por otro lado, un hueco que se ha ensanchado como un cañón tras una crecida sobre sus amigos de delante.
Schuss contra el eslalon
“Pensaba que al menos iba a terminar con la misma distancia que tenía al principio sobre Yoann (Richomme) y Thomas (Ruyant), es decir, entre 100 y 150 millas, pero al final son más bien tres”, explicó Nicolas, que ha vuelto al viento desde anoche y ahora debería dirigirse ligeramente recto hacia cabo Leeuwin. Es el programa opuesto al de los dos líderes, Charlie Dalin y Sébastien Simon. De hecho, estos dos seguirán realizando una trasluchada tras otra a lo largo de la AZE. Por el momento, lo menos que podemos decir es que no se lo están tomando con calma. El patrón del Groupe Dubreuil, en particular, multiplica las maniobras como tortitas en un día festivo, con más de 30 nudos de viento en un mar en plena crisis de adolescencia. A pesar de un sueño destrozado, su determinación es inquebrantable. Manda madera para replantar un bosque entero, para no dejar escapar demasiado a su rival, pero también para asegurarse de no volver a ver a los demás en breve, aunque sabe que el elástico bien podría apretarse un poco al sur de Australia”.
Fuente y Fotos:
Vendèe Globe