VENDÈE GLOBE 2024
SEMANA DE LA MODA METEOROLÓGICA
En el océano Índico, las bajamares se suceden actualmente a una velocidad de vértigo. Navegar aquí en estos momentos es como bailar con una pareja demasiado entusiasta: no falta ritmo, pero hay que seguir el ritmo. En cuanto amaina el viento, aparece un nuevo frente en el horizonte, dispuesto a agitar las olas y los ánimos. Los navegantes de la Vendée Globe, que ya llevan un mes de regata, casi no tienen respiro. A pesar del cansancio y de la humedad que se filtra por todas partes, permanecen como gatos frente a un acuario: siempre al acecho, listos para abalanzarse a la menor abertura. En las últimas 24 horas, Yoann Richomme (PAPREC ARKÉA) y Thomas Ruyant (VULNERABLE) han recuperado casi 200 millas cada uno con respecto al líder, Charlie Dalin. Sin embargo, esta ventaja podría ser efímera, ya que el patrón del “MACIF Santé Prévoyance”, que cruzó la longitud del cabo Leeuwin a las 15:12 del lunes, se beneficiará de otro impulso estratégico a partir de mañana por la tarde.
En estos momentos, el Océano Antártico es un auténtico desfile de bajas. Los navegantes en solitario apenas tienen tiempo de decir «uf» (y menos aún de secarse los chubasqueros), cuando un nuevo sistema ya asoma la cara, dispuesto a hacer su pequeña demostración de fuerza. “En teoría, me explicaron que había crestas para pasar entre cada zona de bajas presiones. Después de todo, creo que son muy cortas”, bromeaba Benjamin Ferré (Monnoyeur – Dúo por un puesto) esta mañana durante la sesión oficial de radio, con la sensación de que los sistemas estaban jugando con él a una partida de Pac-Man, el juego en el que un personaje con forma de círculo amarillo con boca traga pac-gummies. “Estamos todos en una cola y nos están mordisqueando uno tras otro”, comentaba el navegante, que en los dos últimos días se ha desplazado en gran medida hacia el norte en su rumbo para evitar ser devorado demasiado rápido, pero también y sobre todo morder demasiado.
Beber de la fuente de la experiencia
“El sistema de bajas presiones con el que chocamos al sur de Sudáfrica nos tranquilizó a todos, a nosotros, pequeños novatos de la Vendée Globe. Intentamos tomar la ruta más corta y seguir el gran círculo, pero acabamos alcanzando los 50 nudos. Tanguy (Le Turquais) rompió los sables, Violette (Dorange) se asustó y yo llené el barco con una ola. Desde entonces, todos hemos vuelto a la línea”, comenta Benjamin, para quien cada día es una aventura, y cada aventura una lección. “En esta Vendée Globe, todos somos un poco como animales diferentes. Jean (Le Cam) es el elefante de la manada. Tiene una memoria ancestral y por eso, intuitivamente, sabe cómo evitar el peligro. Nosotros somos los jóvenes luchadores y vamos aprendiendo a medida que avanza la regata”, explica el bretón, que ha comprendido que el problema no es tanto la fuerza del viento como el mar que genera. “Nuestros barcos no son capaces de acelerar con olas de 6-7 metros”, explica Benjamin, consciente de que el indio no tiene intención de rendirse.
“Apenas hay un momento de respiro. Afortunadamente, te acostumbras a todo” sentencia Ferré.
¿Hacia una nueva brecha?
Es la misma historia para Thomas Ruyant, que actualmente se enfrenta a 35-40 nudos de brisa, en mares donde las olas parecen muros. Mientras las condiciones son difíciles tanto para él como para su barco, el navegante del norte de Francia lucha como gato panza arriba para recuperar el déficit acumulado la semana pasada, cuando el sólido sistema de bajas presiones permitió a Charlie Dalin y Sébastien Simon (Groupe Dubreuil) escaparse. La buena noticia para él es que en las últimas horas, él y Yoann Richomme han sido los más rápidos de la flota, mientras que al mismo tiempo Charlie Dalin ha sido el más lento (sí, nos quedamos casi tan pasmados como una gaviota viendo un pez de plástico).
“Desde anoche, las condiciones son muy estimulantes. Hay que estar encima de ellas. La parte delantera de la flota tiene un poco de ventaja. No puedes perder el ritmo. Cuando hay una oportunidad o algo a lo que agarrarse, hay que estar ahí”, relata Thomas Ruyant, muy consciente de que las buenas oportunidades son un poco como el último metro: o te agarras a ella, o estás dispuesto a recorrer un largo camino. En este caso, lo que le hace estremecerse como si hubiera mordido un limón es lo que se avecina. Mañana por la tarde, una cresta de altas presiones podría no hacerle ningún bien y, por el contrario, engrasar las ruedas de Charlie Dalin, y quizás incluso las de Sébastien Simon, si consigue mantenerse lo suficientemente rápido a pesar de perder su foil de estribor. Esta cresta barométrica podría actuar como una barrera entre ellos. Permanezcan atentos.
Fuente y Fotos:
Vendèe Globe