VENDÈE GLOBE 2024
CABO DE HORNOS: LA FRONTERA ENTRE LA SOLEDAD Y LA CIVILIZACIÓN
Para los navegantes de la Vendée Globe, cuando por fin se divisa el Cabo de Hornos, es un poco como divisar una estación de servicio después de millas en la reserva. Salvo que aquí no hay café ni cruasanes, sino un gran pedazo de roca azotado por vientos feroces. Desde ayer por la tarde, tres nuevos navegantes en solitario – Thomas Ruyant (VULNERABLE), Jérémie Beyou (Charal) y Nicolas Lunven (Holcim – PRB) – han doblado este punto legendario, uniéndose a los tres primeros. Para ellos, es el final del Océano Antártico y el comienzo de un lento retorno a la civilización. Ningún triunfo resonante, sólo un suspiro de alivio y una discreta sonrisa bajo el capó empapado: saben que la meta está aún muy lejos, pero pasar frente a la costa de Tierra de Fuego ya es navegar con la idea de que existe, en algún lugar al final del horizonte.
“¡Ya está! Cabo de Hornos, ¡ya está, ya está!”, exultó Thomas Ruyant mientras dejaba estallar su alegría en un torbellino de emociones, encantado de haber doblado el tercer y último gran cabo de su circunnavegación del globo. “Esta es la frontera con la civilización. Acabamos de cruzar océanos donde no somos bienvenidos. Aquí seguro que encontramos algo. Un albatros vino a jugar con el barco. Quizá el último en mucho tiempo. Por primera vez, me encontré hablando con mi barco, que aguantó bien y no me ensució. Debe ser el océano que te está volviendo un poco loco!” añadió el patrón del VULNERABLE, de vuelta en el Atlántico desde las 18:38 de ayer por la tarde y seguido por Jérémie Beyou y Nicolas Lunven, a las 05:16 y 05:31 respectivamente de este sábado.
Para los patrones de la Vendée Globe, doblar el Cabo de Hornos es algo más que un punto de control en un mapa: es un acontecimiento a medio camino entre un rito de iniciación y una fiesta de barrio, con la diferencia de que, en lugar de oropeles y vecinos amistosos, hay vientos furiosos y olas del tamaño de rascacielos. Tras un mes surcando los mares del Sur, este paso es una puerta simbólica, casi mística, a un mundo más apacible. Para muchos, es como volver de una larga estancia en un piso compartido infernal con un tiempo de mal humor. Este pedazo de tierra, barrido por vientos tan sutiles como una pala, es una liberación tanto como una celebración. Algunos marineros hablan de un soplo de esperanza, una promesa de volver a aguas más mansas. Pero también hay una punzada de tristeza. Los mares del Sur, brutales y grandiosos, dejan una huella indeleble, un poco como un tatuaje del que uno no está seguro de querer deshacerse. Por eso, Cabo de Hornos es mucho más que un cabo: es una sorprendente colisión entre la cruda aventura y un retorno gradual a la humanidad.
La peor sensación de lejanía
Pero que hayan cruzado el extremo sur de Sudamérica no significa que la aventura haya terminado. La larga remontada del Atlántico es un reto completamente distinto, tan estratégico como agotador. Aquí, el peligro ya no viene de olas monstruosas o temperaturas bajo cero, sino de las sutilezas del viento, sistemas meteorológicos impredecibles y decisiones tácticas que pueden decidir la carrera. Así que no se trata de bajar la guardia ni de soñar con la llegada. Encontrar la mejor ruta y evitar los escollos es un poco como jugar al Tetris, donde cada nube es una pieza que puede salvarte el día o hundirte en él. Así que hay que ser rápido, preciso y visionario, sin perder de vista el cansancio, ese polizón que empieza a ocupar demasiado espacio a estas alturas de la carrera. «Ha sido muy intenso desde que doblamos el Cabo de Hornos, pero la moral es buena.
“Estamos justo donde queremos estar”, comentó Yoann Richomme (PAPREC ARKÉA), actualmente en proceso de rodear una pequeña baja al Norte, a la latitud de Montevideo. “Por el momento, las cosas no van tan mal, aparte de algunos vientos un poco fuertes que estoy recogiendo porque me estoy acercando al centro del sistema, pero si todo va bien, debería pasarme justo por delante. Mi objetivo es optimizarlo al máximo para que me lleve lo más al norte posible”, explica el líder de la flota. Por el momento, está bien situado, aprovechando la curvatura de la zona de bajas presiones, una configuración que elude a su principal rival, Charlie Dalin, situado más al sur. ¿Una oportunidad para que se escape? Es casi tan seguro como que el sol sale por el este, pero la tarea requiere precisión. “El reto relativamente grande es alcanzar rápidamente el frente frío estacionario de cabo Frío. Hay que posicionarse en relación con él y encontrar un agujero de ratón por el que colarse. No es tan fácil hacerlo. Así que estoy dedicando bastante tiempo a estudiarlo”, subraya Yoann, que seguirá acumulando kilómetros a una velocidad de vértigo durante otras 24 horas antes de bajar considerablemente el ritmo en una fase de transición.
Fuente y Fotos:
Vendèe Globe