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VENDÈE GLOBE 2024. CAZADORES Y PRESAS

VENDÈE GLOBE 2024

CAZADORES Y PRESAS

Recuerde «Les Chasseurs» de Les Inconnus, el mítico sketch que ha marcado a generaciones y nos recuerda que la caza tiene una filosofía muy particular. Lo importante es diferenciar entre un buen cazador (el que ve algo moverse y dispara) y un mal cazador (el que ve algo moverse y dispara, pero no de la misma manera). Una diferencia fundamental, por supuesto. En el agua, cada patrón de la Vendée Globe es a la vez cazador y cazado. Cuando está delante, avanza con un blanco imaginario a sus espaldas, siguiendo el viento y las millas con una intensidad implacable. Cuando está detrás, hambriento, avanza con la rabia silenciosa de quien tiene todo que ganar y el tiempo de creer en sus posibilidades. Pero el océano tiene sus propias reglas, o más bien su propia falta de reglas. Juega con nuestros nervios, repartiendo risas y calmas indiscriminadamente. En un momento todo parece seguro, al siguiente todo se desmorona. Y así transcurre este baile, en el que cada marinero sabe que sólo está a una borrasca o a una opción dudosa de ver derrumbado su papel. Al final, todos navegan al mismo ritmo: el del océano, maestro del juego y gran bromista.

En esta 10ª edición de la Vendée Globe, nadie se libra del suspense. En todos los niveles de la clasificación, perseguidores decididos dan caza a sus rivales, mientras que los líderes intentan desesperadamente mantener su ventaja. Nadie está a salvo: los cazadores de hoy pueden convertirse en los cazados de mañana. Esta dinámica sin respiro genera giros y batallas intensas, haciendo que la carrera sea tan impredecible como implacable. “Llevo tiempo persiguiendo a Jean (Le Cam), Isabelle (Joschke) y Giancarlo (Pedote). Hace unos días, me puse en cabeza de este pequeño grupo y estaba muy contento, pero luego el viento amainó y me vi atrapado. Me quedé muy rezagado, pero conseguí recuperarme en parte. Todo es cuestión de detalles: velocidad y ángulos. Jeansiempre es mejor que nosotros en cuanto a trayectorias, eso está claro. En general, no es fácil”, comentó Alan Roura (Hublot). Por el momento, el navegante suizo cuenta con el paso de un pequeño sistema de bajas presiones, que debería recogerle en breve y catapultarle con bastante rapidez en las próximas 24-48 horas.

Cada vez me digo que es la última, pero nunca habrá una última antes de la llegada”, se ríe el navegante en solitario, que está encantado de tener otra oportunidad de alcanzar a sus rivales. “Es bonito ser el cazador, aunque evidentemente preferiría ser el perseguido, ¡pero aún queda mucho camino por recorrer en esta vuelta al mundo! Tenemos que navegar con inteligencia y mantener el barco en buenas condiciones”, añade Alan, más motivado que un mosquito en un camping a pesar de la rotura esta mañana de su gancho de capelaje y la pérdida de su foque, una vela para condiciones meteorológicas adversas que inevitablemente perderá durante el resto de la regata.

La inspiración para dar la vuelta al mundo

El mismo análisis se aplica a Sébastien Marsset. Actualmente ralentizado en una zona de vientos flojos, el patrón del “FOUSSIER” es un poco como una borla atrapada entre dos gatos furiosos. “Por delante, Benjamin (Ferré) ha conseguido aprovechar el flujo del suroeste durante más tiempo que Tanguy (Le Turquais) y yo, lo que le ha permitido ponerse un poco por delante. Detrás de él, un verdadero pelotón está volviendo con fuerza con viento del NW, mordisqueando las millas en cada punto. A este ritmo, no es descartable que estemos todos juntos dentro de poco”, indicó el navegante, cuya satisfacción hoy es haber conseguido llevar a cabo las reparaciones de su vela mayor que llevaba planeando desde hace unos diez días. Ahora que ha recuperado casi el 100% de su potencial, como una abeja en una colmena en primavera, Sébastien confía en que la situación cambie a su favor de aquí a la llegada.

Obviamente, el objetivo es alcanzar a los amigos de delante. Todavía quedan 10.000 millas, así que no hay que alarmarse. Me atengo a las capacidades de mi barco y hago mi propio camino”, añadió Sébastien, siempre dispuesto, como de costumbre, a mover montañas con una cuchara. “Sinceramente, si nos fijamos en el duelo que se está librando entre los barcos de orza, ¡es una locura! Realmente hay que tirar de todos los medios. La preocupación constante por el rendimiento del barco y la comparación con los rivales es realmente apasionante”, afirma Sébastien, que no podría resumir mejor la situación y que también intenta encontrar el ritmo adecuado. Acostumbrado a regatas intensas, donde cada virada es como un asalto decisivo, sabe lo que significa navegar a toda potencia.

Sin embargo, una circunnavegación del globo sigue siendo un tanteo infinitamente más complejo, donde la velocidad bruta debe coexistir con la prudencia, y donde la supervivencia tanto del hombre como del barco descansa en un frágil equilibrio. Desde los primeros días, sintió esta tensión entre su instinto competitivo y la necesidad de imponerse una disciplina más sabia. “Durar la prueba del tiempo” es el mantra que se repite a sí mismo.

Entre la prudencia y la determinación: la estrategia del aislado

Está claro: el cazado avanza bajo la presión constante de sentir el aliento del perseguidor. Traza su rumbo, eligiendo sus opciones con la cautela de un equilibrista, sabiendo que el más mínimo error podría bastar para derribar el orden establecido. Al cazador, en cambio, le mueve la sed de conquista. Cada milla ganada al amigo de enfrente es una victoria. Y luego están los que navegan lejos de los grupos, aislados en la inmensidad del océano. No son ni cazadores ni cazados, pero sí competidores. Lejos de cejar en su empeño, tienen que recurrir a otra forma de motivación: la de dar lo mejor de sí mismos, incluso sin un adversario directo a la vista. ¿Su reto? No dejarse atrapar por el silencio, mantener el rumbo y permanecer despiertos, en todos los sentidos de la palabra. Cada opción cuenta, cada milla recorrida es un ladrillo añadido al edificio de una vuelta al mundo en la que la menor pérdida de impulso puede costar muy cara.

Entre ellos está Sébastien Simon. “En realidad estoy un poco entre dos grupos. Estoy atento a lo que pasa detrás porque, la verdad, me cuesta creer que pueda alcanzar a los de delante, sobre todo porque voy a hacer una parada de buffet de aquí a mañana a mediodía en una zona de blandos. Voy a tener que ser paciente, pero mientras tanto, tengo que intentar acumular el mayor número de millas posible con respecto a los que me persiguen”, explica el patrón del “Groupe Dubreuil”, animado por el hecho de navegar amurado a la derecha -y por lo tanto no penalizado por la pérdida de su foil de estribor-, pero también por el hecho de haber sido el más rápido de la flota durante las últimas 24 horas.

A cada cual su gallinette cinérea

Las condiciones son magníficas en este momento, ya que me permiten avanzar rápidamente hacia el viento de popa del norte-noreste. Es realmente ideal y un placer, aunque no sea tan fácil. Todavía hay un poco de mar y el viento es muy inestable. Es difícil encontrar la relación de potencia adecuada, saber qué vela poner, etc… pero mi posición actual me permite navegar sin presiones. No puedo ocultar que es bueno, a estas alturas de la regata, que no te impongan tu ritmo y recuperarte un poco” declara Simon.

Al final, en esta gran carrera alrededor del mundo, todos tienen un papel que desempeñar: el cazado que corre en línea recta con la jauría pisándole los talones, el cazador implacable que sueña con abatir la presa, e incluso los solitarios, ni cazados ni cazadores, que siguen adelante a pesar de todo con el océano como única compañía. Cada uno de ellos persigue su propia «galineta de ceniza». Y en esta caza no hay armas ni pantanos, sólo una regla: no perder nunca de vista el horizonte… y seguir tramando, pase lo que pase.

Fuente y Fotos:

Vendèe Globe

Author

Jose Ramón Louro