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Vendée Globe

VENDÈE GLOBE 2024. EL TIMÓN

VENDÈE GLOBE 2024

EL TIMÓN

Los 34 regatistas que siguen compitiendo en esta décima edición de la Vendée están agotados hasta los huesos, pero afortunadamente tienen algunos más a su favor. Anoche, todos ocupados con mil quehaceres, aún encontraron tiempo para contarnos cómo está siendo vivir en la cuerda floja desde hace dos meses y medio. Tanto que habría que inventar una nueva palabra para describir este estado de fatiga, que no se parece a ningún otro.

Crevés, épuisés, exténués, harassés, KO, au bout du rouleau… o incluso washed out y rinsed, ¡que en este caso parecen un poco menos apropiados para hablar de nuestros graciosos pájaros! Si existen tantos adjetivos en francés para describir el hecho de estar cansado, es porque hay diferentes grados de intensidad… Pero, ¿cuál bastaría para describir la de los navegantes de la Vendée Globe? Dos meses y medio de combate, con un mínimo de sueño y un máximo de presión, hay que preguntarse cómo reaccionan el cuerpo y la mente a este cóctel tan extraño.

Así que les planteamos la pregunta, y fue Romain Attanasio (Fortinet – Best Western, 14º) quien, tras haber salido por fin de su estancia de media pensión en los Doldrums un poco demasiado larga, fue el primero en responder:

No he tenido ninguna alucinación… Bueno, la última vez, estaba dormitando y tuve que ir a aflojar la vela mayor, y me dio la impresión de que mi compañero Nico estaba a bordo conmigo, así que le pedí que aflojara, pero eso fue todo, ¡nada del otro mundo! Nada del otro mundo, no veo ningún elefante rosa, pero el cansancio puede llevar a cometer tonterías, a tomar peores decisiones y a hacer peores maniobras, y eso es lo que crea el cansancio, y eso es lo que hay que vigilar…” nos dice Attanasio.

“¡Solía salir fuera y romper cosas!”

Desconfía de todo, incluso de ti mismo. Porque la experiencia te lleva inevitablemente al límite, sobre todo cuando lo sientes con nerviosismo. “Es tan intenso tener siempre esta presión de la velocidad, de ir al sitio correcto, de no romper, de reparar, de no golpear algo. Esta ansiedad constante, creo que es lo difícil de vivir”, confirma el navegante, que disputa su tercera Vendée Globe, y que acaba de pasar un mal rato en la zona de convergencia intertropical, que se hinchó al intentar cruzarla. Razón de más para su agotamiento mental. ¿El método «Romain Attanasio» para intentar librarse de él?

“¡Quizá tengo la voz rota porque he pasado mucho tiempo gritando fuera! Y solía golpear y romper cosas. Así que ahora le he cogido el truco, cojo botellas de agua vacías y las aplasto 100 veces en un torno, ¡no daña nada y me relaja! En momentos así, piensas ¡qué demonios haces aquí!”, prosigue Romain

“Cuando veo el Cabo de Hornos, quiero llorar”

Si hay alguien que no se hubiera chasqueado los dedos anoche ni hubiera tenido que ponerse nervioso por un subterfugio de plástico, ése es Manuel Cousin (Coup de Pouce, 31º), que dobló el Cabo de Hornos en unas condiciones de ensueño y con una visibilidad perfecta. Fue uno de esos momentos suspendidos, únicos, capaces de hacer olvidar todo el cansancio del mundo:

Hay una enorme sensación de alegría, alivio, orgullo, logro, la puerta de los Mares del Sur. Esta vez me llevó mucho tiempo. Me metí con un estado de ánimo que no era el mejor, porque lo que me pasó con el shock no estaba muy bien psicológicamente, me metí de puntillas y fue muy complicado al principio, y luego poco a poco fue mejorando, y ahora estoy saliendo, el tiempo es magnífico, ¡veo el Cabo de Hornos! En 2020 no lo había visto, así que estoy muy, muy contento. Es una mezcla de emociones muy positivas, ¡no podría soñar con nada mejor!” dice Manuel Cousin.

Así es como, en un segundo, dos meses y medio de esfuerzo pueden justificarse de repente. Eso no impide que él también se sienta cansado, el patrón de Vendée que esta semana ha conseguido dejar atrás a su compañero, Fabrice Amedeo (Nexans – Wewise, 33º). Pero “las canas tienen que tener sus ventajas”, nos dice, ya que hace mucho tiempo que no pisa la famosa «zona roja», la que hay que evitar a toda costa para mantener la cordura:

No estoy alucinando, me conozco bien, llevo mucho tiempo navegando, sé que tengo puntos que me indican cuándo estoy cansado: la moral baja en particular, sé que tengo que ir a descansar 1 hora, 2 horas, y luego vuelvo a estar bien. Hablamos del levantamiento emocional, y de eso se trata realmente la fatiga. Cuando veo el Cabo de Hornos, me entran ganas de llorar, ¡pero dos segundos después me estoy riendo a carcajadas! Una mañana te levantas estupendamente y con ganas de romperlo todo, y una hora después estás fatal porque has cogido un archivo meteorológico que no te gusta...”, sigue diciendo Manuel.

“No estoy 100% seguro de que vaya a funcionar”

Y sí, si el cuerpo se desgasta, es en última instancia la mente la que más se retuerce en condiciones tan extremas que se prolongan eternamente. No en vano, las regatas oceánicas son un deporte eminentemente psicológico, que requiere tanta preparación mental como física. Y por mucho que los entrenadores prediquen el arte de la «moral estable», que consiste en evitar demasiadas alegrías para no correr el riesgo de sufrir demasiado, en la práctica siempre resulta igual de complejo aplicarlo, sobre todo cuando las fichas técnicas caen a bordo.

Sin vela mayor desde hace casi 48 horas, Sam Goodchild (VULNERABLE, 7º) espera ver el final de su desgracia a primera hora de la mañana. Ayer se pasó el día ocupado en cubierta reparando este trozo de tela de 160 metros cuadrados:

“¡Hemos llegado al punto en que se me ha acabado el pegamento! Tenía 14 cartuchos y se me han acabado. Hemos estado trabajando con el equipo de tierra y con North Sails para maximizar las posibilidades de éxito. Acabo de pegar el último parche hace una hora, lo único que queda por hacer es fijar un sable que está un poco suelto en la rotura, todos los demás están reparados, y luego fijar la vela mayor al mástil, enviarla y probarla… Cruzo los dedos, no eran las condicionesideales porque teníamos muchas olas en cubierta, estaba muy mojada y no es lo más fácil de pegar. No estoy 100% segura de que funcionara, pero si 100% segura de que hicimos lo que pudimos. Informaré por la mañana” declara Goodchild.

Esta operación de comando es tanto más crucial cuanto que las condiciones meteorológicas de los próximos días no son precisamente favorables para el navegante británico, que se batía con Jérémie Beyou (Charal, 4º) en el momento de su desgarro. A partir de ahora, el único objetivo es llegar sano y salvo a puerto, y eso no es nada fácil con este viento del norte, que volverá poco a poco y obligará al patrón del VULNERABLE a acercarse a la costa portuguesa.

Ni siquiera sé si podré navegar de ceñida sin vela mayor, así que intento no proyectarme demasiado», explicó durante la noche. Mi objetivo es llegar a cabo Finisterre, después de lo cual no necesitaré tanto la vela mayor, pero tampoco va a ser un alivio, ya que habrá 40 nudos, ¡pero será un poco menos de estrés, espero!”, prosigue diciendo Sam.

Así que aquí está, con un gran signo de interrogación sobre su cabeza, y toda una serie de preguntas sin respuesta a su paso… “Si no estoy aquí dentro de una semana, puede que me quede sin comida y sin combustible, pero tengo esperanzas… ¡Esperaré! Si no estoy aquí dentro de una semana, puede que me quede sin comida y sin combustible, pero tengo esperanzas… Aguantaré”, nos dijo, todavía intentando “evitar la zona roja y mantenerme en la verde”.

Después de dos meses y medio, esa línea teórica ya no se sostiene mucho. Hay ráfagas de adrenalina que te empujan y luego te hacen caer aún más fuerte. Ayer, por ejemplo, cuando arriaron la vela mayor, me derrumbé, me dormí durante hora y media y mi cuerpo se rindió. Hoy he tenido una pequeña descarga de adrenalina que me ha vuelto a poner en marcha, y ahora vuelvo a sentir el pinchazo” finaliza diciendo el británico.

Al fin y al cabo, ésta es la expresión más adecuada para nuestros navegantes, que se ven obligados a dar mil vueltas al cuerpo y a la mente. Como el viento o el mar, el cansancio es un parámetro que hay que incluir en su ruta, y que deben dominar, pase lo que pase, tanto como cualquier otra cosa, para completar su odisea. Con o sin su amigo Nico a bordo.

Fuente y Fotos:

Vendèe Globe

Author

Jose Ramón Louro