VENDÈE GLOBE 2024
DÉDALO AUSTRAL
En el océano Índico, la dificultad reside en el análisis y la anticipación. Las bajas meridionales, típicas de esta región, se mueven con rapidez. Crean zonas de vientos violentos que pueden ofrecer buenas velocidades a quienes se atrevan a aventurarse en ellas, pero al precio de ciertos riesgos. A la inversa, sortear estas zonas de peligro supone a menudo alargar considerablemente el recorrido, un sacrificio difícil en una carrera en la que cada milla cuenta. Ante estos dilemas, cada patrón se convierte en un estratega, consciente sin embargo de que navegar en esta zona es un poco como jugar al Twister con un compañero imprevisible que cambia las reglas cada cinco minutos.
En el Océano Antártico, los navegantes de la Vendée Globe se enfrentan a lo que podría describirse mejor como un gigantesco laberinto meteorológico, diseñado por una naturaleza caradura y ligeramente sádica. Las bajas forman muros invisibles pero despiadados, que los bloquean o desvían con la gracia de un portero de discoteca. “Intentamos afrontarlo como buenos navegantes y con buena inteligencia, haciendo el mayor levante posible”, explica Denis Van Weynbergh (D’Ieteren Group) que, como gran parte de sus rivales, apuesta sobre todo por la prudencia. “Llevo entre 12 y 15 horas en dirección Norte. Ha sido una decisión complicada de tomar, pero prefiero hacerlo para mantenerme un poco más caliente que las bajas que están pasando. Es una bendición disfrazada”, añade el navegante belga, que sabe que alargar la ruta cientos de millas, en lenguaje Vendée Globe, equivale a aceptar una pérdida de posición en la clasificación y una pérdida de moral por añadidura. “Hay que tener una visión a largo plazo. No es fácil anticiparse, porque todo cambia muy deprisa. Hay que adaptarse constantemente y adaptar el vestuario del barco. Hay que pensar mucho”, añade el navegante, que sabe muy bien hasta qué punto lo que parece una buena trayectoria por la mañana puede convertirse en un callejón sin salida por la tarde.
Uno para ti, uno para mí
Y lo mismo ocurre en todos los niveles de la regata. A la cabeza de la flota, por ejemplo, tras haber remontado como balas los dos últimos días a bordo de Charlie Dalin (que, por cierto, ha establecido un nuevo récord entre el cabo de Buena Esperanza y el cabo Leeuwin en 9 días 22 horas y 27 minutos, superando el tiempo de referencia de Michel Desjoyeaux de 9 horas y 10 minutos establecido en 2008), Sébastien Simon (Groupe Dubreuil) y Yoann Richomme (PAPREC ARKÉA) se preparan para un nuevo obstáculo en su camino: una zona de calma. Para asegurarse de que avanzan más rápido que caracoles con somníferos, ellos también tendrán que torcer su trayectoria, como explica Christian Dumard, asesor meteorológico de la carrera:
“Charlie pasará antes de que el viento se debilite demasiado. Los demás se verán obligados a rodear la dorsal de altas presiones al norte. La brecha entre ellos se ampliará ligeramente a partir de la mitad de la noche”.
Sin embargo, es poco probable que el patrón del “MACIF Santé Prévoyance” se escape tanto y, por tanto, permanezca en el mismo sistema que sus ocho rivales más cercanos. ¿Por qué? Mientras él navegará a sotavento y trasluchando a lo largo de la Zona de Exclusión Antártica, sus rivales podrán tomar rutas más directas.
Combinando la delicadeza de la prudencia con el ardor de la audacia
En cuanto a los recorridos directos, conviene recordar que, en determinados contextos, no siempre son los más eficaces. Sin embargo, algunos, como Antoine Cornic (Human Immobilier), parecen decididos a demostrarlo, del mismo modo que Louis Burton (Bureau Vallée) lo hizo con éxito en la última edición de la carrera, hace cuatro años. Sin embargo, Le Rétais va a tener que jugar fuerte, ya que en las próximas horas tendrá que enfrentarse a vientos de hasta 60 nudos, algo que ya hizo hace unos días a costa de sacrificar una vela. Es un terreno resbaladizo, pero si consigue mantener el equilibrio, podría dar la campanada. Guirec Soudée (Freelance.com) y Louis Duc (Five Group – Lantana Environnement) también apuntan a la luna para aterrizar entre las estrellas, pero también están luchando con un recalcitrante gancho de la vela mayor.
“Creo que pronto habrá una ruptura entre ellos y el resto de nuestro grupo. Van a intentar pasar al sur de la gran baja que pasará por encima de nosotros a mediados de semana. Es una ruta interesante, pero requiere mucha habilidad, delicadeza y capacidad de reacción. Promete añadir un poco de picante a nuestra regata de orza, ¡que no le falta picante después de todo!”, se entusiasma Sébastien Marsset (Foussier), que sabe que navegar por el laberinto del océano Índico es, en última instancia, exactamente como cocinar sin receta: una pizca de precaución, una pizca de audacia, ¡y cruzamos los dedos para que salga bien!
Fuente y Fotos:
Vendée Globe