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VENDÈE GLOBE 2024. ENFRENTARSE A LO INVISIBLE

VENDÈE GLOBE 2024

ENFRENTARSE A LO INVISIBLE

En la Vendée Globe, el miedo es como un polizón. Se cuela desde el principio, escondido bajo las velas o en un rincón de la bañera, y aparece justo cuando menos te lo esperas. ¿Una ola más grande que las demás? Ahí está. ¿Una racha de 50 nudos? Aprovecha la oportunidad. ¿Un golpe de tornillo en mitad de la noche? Ah, aplaude. Y en este momento, no está ociosa. Con un sistema de baja presión en el Atlántico Norte, sabe que va a divertirse mucho. Concentrados, serios pero también un poco nerviosos, algunos de los marineros se preparan para afrontar la tormenta, igual que uno se prepararía para una conversación con un celoso aduanero. Pero el miedo no sólo les hace apretar los dientes. Para ellos, como para los demás, es también una preciosa salvaguardia. Les susurra que comprueben por última vez el aparejo, que ajusten al milímetro el plano vélico. Si a veces habla alto, es para evitar que se vuelvan demasiado imprudentes. Y seamos realistas: cuando se está en medio de un océano tormentoso, es mejor escuchar al miedo que al ego. Estos navegantes solitarios avanzan con su coraje como brújula y sus nervios como copiloto. Saben que éste es sólo otro mal momento, otro desafío en una regata que tiene miles de ellos. Porque al fin y al cabo, en una regata como ésta, no eliges el tiempo, eliges seguir adelante, sin importar lo que se interponga en tu camino.

Hoy, para Sam Goodchild (VULNERABLE), Jérémie Beyou (Charal), Paul Meilhat (Biotherm), Nicolas Lunven (Holcim – PRB), Justine Mettraux (TeamWork – Groupe Snef) y Thomas Ruyant (VULNERABLE), es la calma que precede a la tormenta. Una dorsal de altas presiones se ha interpuesto en su camino, ralentizando su avance y haciendo que el día sea frustrante, casi engañoso. Bajo este cielo más tranquilo, las velas a veces baten suavemente y las velocidades disminuyen. Pero todo el mundo sabe que esta lentitud es un paréntesis, la calma que precede al asalto. A partir de mañana, la baja XXL prevista llegará como una diva furiosa, decidida a sacudir a todo el mundo con vientos violentos y olas espectaculares. Y no serán los únicos en tener que lidiar con su temperamento caprichoso. Es probable que Clarisse Crémer (L’Occitane en Provence), Benjamin Dutreux (GUYOT environnement), Boris Herrmann (Malizia – Seaexplorer) y Sam Davies (Initiatives-Cœur) también estén en primera fila de este espectáculo dantesco. El problema es que después de casi 70 días en el mar, ni los hombres ni los barcos se han librado del desgaste. Sus cuerpos están marcados por semanas de sueño fragmentado, esfuerzo intenso y, a veces, mala alimentación. En cuanto a los barcos, llevan las cicatrices de una circunnavegación y parecen guerreros que han regresado de demasiadas batallas: velas cansadas, estructuras estiradas al límite, reparaciones improvisadas a veces basadas más en la esperanza que en piezas sólidas. Sin embargo, el objetivo sigue siendo claro: cruzar la famosa línea de meta, cueste lo que cueste. A estas alturas, ya no se trata de impresionar a la galería, sino de mantenerse en el juego y, sobre todo, llegar de una pieza.

Cuando el valor lo vence todo

Y si el cansancio se hace sentir, también lo hace la aprensión. Para este puñado de marineros a punto de enfrentarse a 24 horas de mal tiempo, la ansiedad es casi palpable. Pero el miedo no se limita a este grupo en primera línea. Adopta mil caras en la flota, desde el susto repentino a la preocupación difusa. Ayer mismo, frente a Brasil, Violette Dorange (DEVENIR) lo experimentó amargamente. En condiciones difíciles, tuvo que enfrentarse a una de las maniobras más temidas por los navegantes: subir al tope del mástil. “Fue un día especialmente duro, y todavía tengo muchas emociones al respecto, entre alivio y cansancio extremo. Por la mañana, la vela mayor cayó repentinamente a cubierta debido a la rotura de una trinca en el tope del mástil. No tuve más remedio que subir. Con 20 nudos de viento, dos metros de marejada y un barco que se balanceaba mucho, las condiciones eran terribles. Realmente pensé que me iba a hacer daño. Afortunadamente, conseguírecuperar el anzuelo y volver a bajar. La pieza estaba dañada, pero pude sustituirla por otra. La escalada fue una experiencia aterradora. Ya lo había hecho tres días antes en condiciones ideales, y ya era un reto, pero esta vez fue una auténtica pesadilla. Nunca volveré a hacerlo en esas condiciones, ¡tenía demasiado miedo!” dice Violette. Y coraje no le falta. Sin columna de cabestrante durante una semana, tuvo que maniobrar todo a manivela, un esfuerzo agotador. Y sin embargo, a pesar de los desafíos técnicos y los inevitables sustos, sigue aguantando, demostrando una vez más su excepcional resistencia. Con sólo 23 años, la competidora más joven de la Vendée Globe encarna una fuerza mental y física impresionantes. Su capacidad para dominar la adversidad, incluso en los momentos más difíciles, despierta admiración.

El miedo, aliado y enemigo de los marineros

Todo esto para decir que en la Vendée Globe, el miedo no es sólo un polizón. Es el hilo invisible que une cada momento de esta extraordinaria aventura. Ya sea tan ruidoso como una tormenta o tan discreto como una niebla de ansiedad, es un recordatorio constante para los navegantes de que se encuentran en un mundo en el que nada puede darse por sentado, en el que cualquier decisión puede alterar el precario equilibrio que intentan mantener. Pero el miedo no es sólo un adversario. También es una fuerza motriz, una palanca del instinto. Cada regatista aprende a domarlo, a convivir con él sin dejarse dominar. Les empuja a superarse, pero también a respetar los límites impuestos por el océano. Para todos ellos, este miedo es a la vez un obstáculo y un aliado, una señal constante de que la aventura que están viviendo es digna de sus sueños, pero también de sus desafíos. Y quizás ese sea el verdadero rostro de la Vendée Globe: una travesía en la que el miedo se convierte en un aliado, en la que los navegantes avanzan no a pesar de él, sino gracias a él. Porque al fin y al cabo, en esta regata única, lo que cuenta no es la ausencia de miedo, sino la forma en que cada uno decide afrontarlo.

Fuente y Fotos:

Vendèe Globe

 

Author

Jose Ramón Louro